Consejos fáciles para trabajar la felicidad en el día a día

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CIUDAD DE MÉXICO.- La fórmula de la felicidad es algo que se ha buscado desde siempre y probablemente las generaciones venideras lo sigan haciendo. ¿Pero esta fórmula existe? Todos los filósofos y pensadores que han pasado por el proceso de definir qué es lo que nos hace felices han coincidido en que es algo subjetivo y que depende de cada uno. En la felicidad no hay normas pero sí hay algunos puntos que coinciden.

Aristóteles, por ejemplo, aseguraba que más que un estado concreto, la felicidad es un estilo de vida. Eso sí, el filósofo insistió en que la característica principal de ese estilo de vida es ejercitar constantemente lo mejor que tiene cada ser humano. La felicidad es un instante, pero hay que cultivarlo cada día para que no perezca.

Un instante de placer nos puede dar la ansiada sensación de felicidad, pero también es necesario tener propósitos, unos objetivos por cumplir que provoquen que alcanzarlos nos recompense con este instante de bienestar al que podamos llamar felicidad. Y no hace falta que sean propósitos vitales complicados e inalcanzables. En la simplicidad y las cosas pequeñas está a menudo el valor de la vida.

Además, se ha visto que hay potenciadores de la felicidad que son capaces de aumentar la sensación inmediata de placer o focalizar tu sentido del significado de la vida y son cosas muy sencillas de hacer.

De un tiempo a esta parte han proliferado los cursos de la felicidad para aprender a desarrollar esos «potenciadores» del bienestar. En la Universidad de Bristol se llevó a cabo uno de estos primeros programas. El autor principal del curso, el profesor de psicología Bruce Hood y autor del libro «La Ciencia de la felicidad» se basa en la neurociencia para demostrar que conseguir nuestro bienestar pasa por romper los patrones de pensamiento negativo y volver a conectar con las cosas que realmente importan, pero esto no es trabajo de un día o de dos, es una tarea continua.

El profesor Hood asegura que buscar la felicidad “es como ir al gimnasio: no podemos esperar hacer una sola clase y pretender estar en forma para siempre. Tal como ocurre con la salud física, debemos trabajar continuamente nuestra salud mental, de lo contrario, las mejoras son temporales” afirma.

Los estudiantes que asistieron al curso del profesor Hood en Bristol, evaluaron después su grado de bienestar y había aumentado entre un 10% y un 15 % . Sin embargo, solo aquellos que continuaron implementando los aprendizajes del curso en sus rutinas diarias mantuvieron ese grado de bienestar dos años después, cuando se les volvió a preguntar por su bienestar de ese momento.

Precisamente «Cómo hacer que te pasen cosas buenas» es el título de un libro de la prestigiosa psiquiatra Marian Rojas en el que ofrece una serie de consejos prácticos para conocer mejor nuestra mente y nuestro cuerpo para conseguir ser felices. Aún así, ella misma advierte que «no hay guías rápidas ni atajos que aseguren la felicidad aunque sí que podemos lograr una mejor versión de nosotros mismos para conseguirlo» .

Rojas asegura que se puede aprender a ser feliz, que se puede pasar por situaciones complicadas de la vida pero lo importante es aprender a salir y encontrar otra nueva motivación por pequeña que sea. «Tener ilusiones inspira la mente, mejora el cerebro y activa mecanismos interiores muy potentes que te acercan a la mejor versión de ti mismo», explica Marian Rojas.

Se siguen haciendo investigaciones sobre hasta que punto hay comportamientos o acciones que podemos hacer y que esté comprobado científicamente que activan las áreas de placer de nuestro cerebro. Se ha demostrado que practicar habitualmente ciertos hábitos, lo que denominábamos potenciadores de la felicidad, nos ayuda a sentirnos mejor:

Habla con desconocidos. Hacerlo ayuda al cerebro, está comprobado. No se trata de hablar con todo el que se cruce con nosotros en la calle pero aquellas conversaciones de ascensor, en la máquina del café de la oficina o con la persona que te vende el pan o la cajera del super han demostrado ser positivas para el cerebro. Se denominan «lazos débiles» y parece que al ser conversaciones banales nos relajan la mente al descargarnos de juicios o prejuicios que pueden tener personas que ya nos conocen.


El optimismo aumenta la esperanza de vida. Los estudios científicos concluyen que las personas optimistas viven no solo viven más años sino que lo hacen con una mejor calidad de vida. Los optimistas comen mejor, duermen mejor y sufren menos estrés y eso repercute en mejor salud mental.


Cultiva las relaciones sociales. La soledad impacta en nuestra salud tanto física (afecta al sistema de defensas) como a la salud mental. El aislamiento es la antesala de la depresión y de muchos problemas de estrés y ansiedad ya que hablar con otros nos puede ayudar a gestionar nuestras emociones.


Camina por la naturaleza. Pasear por el campo, el bosque, la playa o un parque desactiva una parte del cerebro relacionada con los pensamientos negativos.

Esto se relaciona con mayor bienestar mental ya que disminuye la ansiedad y mejora la toma de decisiones y por tanto, la gestión emocional ante un problema.


Se amable: aumentan las hormonas de la felicidad. Un reciente estudio científico confirma que cuando somos bondadosos y amables con los demás, ganamos felicidad y salud ya que el efecto gratificante que tiene hacer algo por otras personas activa la serotonina y la dopamina, las conocidas hormonas de la felicidad.