Trucos para comer sano sin gastar mucho dinero

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CIUDAD DE MÉXICO.- Para gozar de una buena salud es fundamental practicar ejercicio de forma regular y, sobre todo, seguir una alimentación sana y equilibrada. Sin embargo, mucha gente piensa que comer bien sale caro, aunque realmente no sea así. «Se puede comer de manera saludable y ahorrar en la compra», afirma la doctora en Endocrinología y Nutrición Paloma Gil. De hecho, el ajetreo de la vida diaria nos lleva muchas veces a gastar demasiado consumiendo productos de poca calidad en restaurantes, en comida a domicilio o en platos precocinados.

Para que sigas una dieta sana sin que se resienta tu bolsillo, aquí tienes una serie de trucos que deberías probar. Comerás bien y, al mismo tiempo, ahorrarás dinero.

En el canal de YouTube de Sanitas, la nutricionista Cristina Morillo señala que una de las claves para comer sano es planificar un menú semanal. «Una vez elaborado el menú debemos crear una lista de la compra con los alimentos elegidos y, ya en el supermercado, es importante que prestemos atención a las etiquetas», añade la experta.

Una buena organización te permitirá tanto comer mejor como ahorrar dinero. No obstante, también es necesario tener cierta flexibilidad a la hora de realizar la compra, ya que puedes cambiar alguna comida o cena en función de la disponibilidad de ciertos alimentos o de alguna oferta que encuentres en el supermercado. Eso sí, evita adquirir productos innecesarios o artificiales como refrescos, zumos, bollería industrial, aperitivos, precocinados o embutidos.

Desde el grupo Ribera, red de hospitales y proveedores de servicios sanitarios, recomiendan «aprovechar las frutas y los vegetales de temporada para facilitar una alimentación completa y variada y, al mismo tiempo, ahorrar en los precios, puesto que, en general, hay más oferta». Además, te asegurarás de que estás consumiendo alimentos naturales.

Cabe destacar que, según la Escuela de Salud Pública de Harvard, las frutas y los vegetales deben ser la mitad de todos los alimentos que consumimos en nuestra dieta diaria.

Si la mitad de la dieta debe basarse en frutas y verduras, como decíamos que recomienda la Escuela de Salud Pública de Harvard, la otra parte tiene que estar ocupada por cereales integrales y por proteínas. Estas pueden ser de origen animal o vegetal, pero si optamos por las últimas estaremos escogiendo una opción más sana y barata. «Las proteínas vegetales presentes en las legumbres son una excelente fuente de nutrientes y son económicas, más aún si las compras a granel», recalca Paloma Gil.

Además, las proteínas vegetales tienen un alto contenido en fibra y en hidratos de carbono complejos, por lo que nos aportan mucha energía y cuentan con poder saciante. Esto no significa que no debamos comer proteína animal (carne, pescado o huevos), pero sí tratar de que sea siempre de calidad y de proximidad.

Si un día cocinas de más y te sobra comida, no la tires. Aunque no te haya quedado suficiente para una ración, puedes comértela otro día complementándola con una ensalada, con verduras o con cualquier alimento saludable. «De esta manera ahorrarás dinero y seguirás comiendo sano», exponen desde Fintonic, aplicación que ayuda a organizar y a ahorrar dinero.

Por otro lado, cocinar para varios días te permitirá también ahorrar tiempo. Puedes dedicar un día a preparar todas las recetas del menú semanal y así no irás apurada.

Cuando toca salir a comer o a cenar fuera de casa la mejor opción es no improvisar. Debes elegir el restaurante con tiempo teniendo en cuenta lo que quieres comer y fijándote en su carta, que probablemente encontrarás en su página web. Las prisas no son buenas consejeras y, si vamos a ciegas, podemos encontrarnos platos poco saludables y caros.

Por otro lado, desde la Fundación Española del Corazón aconsejan no llegar al restaurante con el estómago vacío. «De lo contrario, la sensación de tener que llenar de energía el organismo puede hacer que nos decantemos por platos con muchas calorías», indican. Añaden que lo más recomendable es compartir un primero, elegir un principal que no tenga muchas salsas ni grasas y terminar con fruta o un postre compartido.