Cómo reconocer a una pareja tóxica

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CIUDAD DE MÉXICO.- Antes que nada, una aclaración: la gran difusión del término “tóxico” por parte de autores que lo definían desde los años 80 (en razón de un libro de los años ´60 de Rachel Carson, “Primavera silenciosa”, que hablaba de los efectos de los agrotóxicos en las personas y luego se trasladó el concepto a lo emocional), llevaría a llamar así a personas que calificaban como mentirosos, gente con tijeras, malos, molestos, inmaduros etc..

«Muchas personas aún tienen miedo de hablar abiertamente sobre sus problemas de salud mental, debido al estigma que aún existe en torno a estas enfermedades», afirmó Enrique De Rosa

El tóxico es un objeto, no una persona, así, paradójicamente, el “tóxico” es estigmatizado transformándolo en algo (no alguien) dañino. En muchos casos, en realidad, esos seres tóxicos lo son y presentan algunos componentes o varios de ellos, para ser clasificados como psicópatas o narcisistas. Son relaciones altamente emocionales y que dejan en muchos casos huellas.

Abordar, tratar, lidiar, todos los verbos posibles son apropiados, para con una persona con rasgos tóxicos o narcisistas. Puede ser, sin duda, una verdadera prueba de masoquismo. Sostener esa relación es a veces equiparable a los torneos televisivos inspirados en los juegos del hambre (Hunger Games), o del Calamar (Squid Games), en los que en cada desafío se pierde un personaje, pero que es una parte de nuestro ser, para complacer a la prueba y, especialmente, al examinador.

Hablamos de personalidades narcisistas y también del microtrauma cotidiano, no percibido, banalizado y de alguna manera aceptado, y esta forma constante, a veces en su mínima expresión de goteo, es por ejemplo el destrato.

El goteo persistente en el tiempo no siempre es constante, lo que hace olvidar que el mismo existe, pero termina por llenar esa vasija que es nuestra capacidad adaptativa o resiliente emocional, dejando así sensaciones de frustración, impotencia y malestar en general.

Esto ha llevado a la práctica algo que ilustra la siguiente paradoja: ¿Cómo se esconde un elefante en una tienda?, la respuesta obvia es la de buscando a Wally, pero de elefantes, todo son elefantes. El peligro del uso para toda persona que de alguna manera consideramos que es dañina para nosotros, es que deja de lado las definiciones o límites mucho más útiles en la práctica.

Una persona puede ser egoísta y/o mentirosa, pero eso no la convierte en tóxica, narcisista o psicópata y quizás así perdemos de vista al verdadero narcisista-tóxico, mucho más silencioso, integrado. Se usa a veces para aquel que muy frecuentemente logra ocultar y de hecho presentar la imagen inversa de sus rasgos psicopáticos. Una última aclaración quizás innecesaria, es que hoy en cuanto a las diferentes formas de la sexualidad, el modelo hombre-mujer se repite en todas las variedades imaginables.

Es una relación en la cual uno de los miembros presenta caracteres abusivos, controladores y manipuladores, entre otros. Esta relación reviste muchas situaciones graves que permanecen ocultas hasta que se manifiestan a veces bajo forma de tragedia. El caso de la hibristofilia o enclitofilia en la criminología, los casos Tablado o Cuchan en nuestro medio (dos femicidas), son ejemplos. La relación tiene carácter de abuso, psicológico, sexual, o físico, así como busca generar el aislamiento en su víctima, quizás debamos darle el nombre que corresponde. El uso de la culpa, el miedo, el arrepentimiento, la famosa montaña rusa emocional deja exhausta a la persona afectada.

¿Qué es una pareja narcisista? Es una que a veces hace pensar en el “tal para cual”, pero sin ver el costo para uno o ambos. El ego sobredimensionado, la creencia de estar por encima de los demás (intelectual, social, físicamente, etc.), la necesidad de admiración y atención, la expresión de estas de manera explícita y la falta de empatía, se ven no en uno sino en ambos, frecuentemente complementando las modalidades, es decir, uno puede parecer admirar al otro pero el rédito buscado es que está con esa persona que coloca en un pedestal, el cual utilizará para hacerlo caer de más alto.

En esta modalidad, la palabra, actos concretos que saben serán decodificados como amenaza de abandono, o el sexo, son usados como arma. Otras veces, ambos compiten por la misma variable, por ejemplo, el reconocimiento social, profesional etc., o son muy críticos del otro, o compiten por una variable estética (a quien ven más joven por ejemplo).