Economía mexicana en recesión técnica.

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La pérdida de fortaleza en la segunda mitad del 2021 tendrá implicaciones en el crecimiento para el 2022 y deja latente el riesgo de una nueva contracción trimestral en el año, opina Alfredo Coutiño.

La economía mexicana entró en recesión técnica en el cuarto trimestre, definida como dos trimestres consecutivos de contracción en el PIB. La economía volvió a desilusionar ya que continuó sin fuerzas para remontar el crecimiento y dio señales de que la debilidad crónica está de regreso o bien nunca se fue.

La pérdida de fortaleza en la segunda mitad del año pasado tendrá implicaciones en el crecimiento para el 2022 y deja latente el riesgo de una nueva contracción trimestral en el año.

A pesar de que el número de infecciones declinó rápidamente hasta alcanzar un mínimo durante el cuarto trimestre, permitiendo una mayor movilidad y reapertura de actividades, la economía continuó siendo afectada por la escasez de insumos dada la prolongada interrupción en las cadenas globales de suministros y los efectos negativos generados por la eliminación de los servicios de sub-contratación.

La economía tampoco pudo aprovechar el mayor dinamismo de la demanda externa proveniente del mercado estadounidense.

Lo anterior da evidencia de que la economía sufre no solo de pérdida de capacidad productiva, dada la anemia de inversión, sino también de las secuelas por no haber utilizado la política fiscal para mitigar los efectos de la pandemia. El aparente beneficio de no haber usado apoyos fiscales ha tenido un alto costo en mortandad empresarial y empleos y va a continuar limitando el desempeño económico en el mediano plazo.

El estimado oportuno del crecimiento del PIB en el cuarto trimestre indica que la economía reportó una caída de 0.1% con respecto al trimestre anterior cuando se contrajo 0.4%; en términos anuales el crecimiento fue de 1% en el cuarto trimestre. En todo el año el crecimiento fue de 5%, después de la contracción de 8.4% reportado en 2020.

El fuerte crecimiento del 2021 es más el resultado del efecto aritmético generado por la baja base de comparación en el 2020 y menos de un crecimiento genuino proveniente de la capacidad productiva. De ese crecimiento anual, solo 1.6 puntos porcentuales se deben a la capacidad productiva y 3.4 puntos son resultado del efecto base de comparación.

Ciertamente existen problemas de suministros e interrupciones de actividades que han afectado la oferta de bienes y servicios, pero la debilidad productiva nacional tiene más que ver con el daño estructural producido por la pandemia y la poca respuesta de la política fiscal para crear las condiciones de restauración de la inversión productiva.

La anemia de la capacidad productiva se ha agravado en los últimos tres años, lo cual explica la falta de fortaleza de la economía para remontar una trayectoria de crecimiento mayor y más sostenible.