Respirar correctamente es la vía más sencilla al bienestar

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CIUDAD DE MÉXICO.- Recuperar la energía perdida, calmar la mente y relajar los músculos: si nos dijeran que lo único que necesitamos para conseguir todo esto es entender cómo respirar correctamente, quizá no lo creeríamos. Sin embargo, desde hace años existen estudios que demuestran que la respiración consciente y profunda puede aportar enormes beneficios a nuestro bienestar.

Daniel Lumera, autor y biólogo especializado en meditación, es un experto en ello. De hecho, ha llevado las técnicas de respiración —que en la cultura del yoga se le conoce como pranayama— a contextos delicados como las situaciones al final de la vida en hospitales o prisiones para controlar la ira y la ansiedad, así como a escuelas.

Tomar conciencia de una acción que casi todos damos por sentada supone, en primer lugar, iniciar un camino de autodescubrimiento; un camino que no es fácil y que requiere disciplina, pues lo que emerge puede no siempre gustarnos. Sin embargo, el secreto está ahí mismo, en dejar de lado todo aquello con lo que anestesiamos nuestra vida —adicciones, más o menos aceptadas por la sociedad, hiperactividad, relaciones tóxicas— para entrar en contacto con lo que realmente somos y queremos.

La mayoría de nosotros no sabemos lo que queremos en el fondo, a pesar de todas esas necesidades que los contextos sociales en los que estamos inmersos producen sin que nos demos cuenta. Necesidades aparentes que crean legítimas adicciones, que a su vez acaban alejándonos de nuestra verdadera naturaleza. “Palabrería new age”, pensarán algunos, sin embargo, al mirarnos al espejo y preguntarnos si realmente estamos tranquilos, son pocos los que asentarían sin dudar.

Así que, ¿por qué no darnos una oportunidad? Según el experto Daniel Lumera, con un poco de disciplina es fácil encontrar el bienestar, tan fácil como respirar correctamente.

Lumera, en los países occidentales en general, ¿cómo respiramos?

Respiramos mal [sonríe], principalmente por la forma en que nos vestimos. Por ejemplo, a menudo optamos por apretar zonas muy importantes —como la pelvis— con ropa ajustada y cinturones. Es fundamental aprender a respirar, pues este gesto está en la base de los procesos de nutrición celular. De hecho, equivale a alimentar las células, la sangre, los órganos, el cerebro. Y del mismo modo que podemos comer mal, también podemos respirar de forma poco saludable.

La respiración es la única función a la vez autónoma y regulable, en intensidad y profundidad, por nuestra voluntad. Existe un vínculo fascinante entre la forma en que respiramos y nuestro bienestar: estados emocionales como la ira y el miedo alteran nuestra respiración. Los estados de ansiedad, por ejemplo, hacen que nuestra respiración se limite al nivel de las clavículas y que entren en nuestro cuerpo 500 centímetros cúbicos, muy pocos comparados con los 3,000 que son capaces de respirar nuestros pulmones.

Pero ¿cuántos tipos de respiración existen?

Generalmente, hay tres tipos. Una alta, llamada clavicular o pulmonar; la diafragmática y la vegetativa, propia de las personas que estamos muy relajadas, como cuando dormimos plácidamente. Es precisamente esta tercera la que deja entrar más oxígeno en nuestros pulmones.

¿Qué ocurre cuando aprendemos a controlar la respiración?

Al regular la respiración, podemos transformar tanto nuestros estados emocionales como ciertas características biológicas, como la funcionalidad del sistema inmune. La respiración es un arte y si descubrimos cómo mejorarla, aprovechamos el potencial de una medicina natural que aumenta nuestra calidad de vida.

Su libro menciona las 28 respiraciones, ¿por qué?


El libro 28 respiri per cambiare vita [28 respiraciones para cambiar la vida, en español] está dedicado a varios estudios neurocientíficos que tienden un puente entre las antiguas culturas sapienciales y las modernas ciencias de vanguardia. Uno en concreto se refiere a una técnica de cinco pasos basada en la respiración, la atención plena y la contemplación, que si se aplica de forma constante nos permite tener resultados extraordinarios. Nuestra vida es una rutina inconsciente, mientras que esta técnica nos proporciona un ritual consciente: 28 respiraciones en las que, para simplificar, se inhala por la nariz y se exhala por la boca con pequeñas apneas con los pulmones vacíos.

Pero cuando prestamos atención a la respiración, ¿no intentamos controlarla de alguna manera?
Las técnicas que tienen que ver con la respiración pueden parecer inicialmente un intento de controlarla, pero en realidad detrás de esta apariencia se esconde el milagro de escucharse a uno mismo. Vivimos constantemente anestesiados por la comida, las relaciones tóxicas y la hiperactividad para no sentir lo mal que nos sentimos. Algunas personas incluso tienen que darse permiso para dejarse llevar.

Es un ciclo de respiraciones capaz de equilibrar las funciones de los neurotransmisores. En primer lugar, equilibra la adrenalina, activando el cuerpo y estimulando las ganas de ponerse en acción mucho mejor que un café; después estimula y equilibra la dopamina, el neurotransmisor que regula el deseo y está en la base de las adicciones; por último, tiene efectos sobre la serotonina y la oxitocina, llamadas respectivamente la hormona de la felicidad y del amor.

Inmediatamente, porque enseguida nos reoxigenamos y sentimos más lucidez, ganas de actuar, experimentamos calma mental. Un pequeño esfuerzo que aporta enormes efectos beneficiosos. Siento hablar en términos utilitaristas de una técnica tan noble, pero si sirve para concienciar a las personas, pues muy bien.